De cómo se hernió Cacho...

Cuando se supo la noticia sobre el mal que afectaba a Cacho fue inevitable caer en el chiste fácil de preguntar... CÓMO SE HERNIÓ EL PELADO!!!!????? . Muchas teorías fueron vertidas hasta el momento...

La primera presunción que se deslizó, me señalaba directamente a mi como la culpable por estar siempre cargando al Pela con el peso de mi humanidad.

Lo segundo que se pensó fue que la hernia era producto de los esfuerzos desmedidos que realiza en su labor de instrutor de parapente pero... esa hipótesis se descartó de inmediato.

No faltaron los malintencionados de siempre que sugirieron que el origen de la hernia provenía de la metódica práctica del segundo deporte favorito de Cacho...Después de una ardua investigación en los archivos fotográficos de Bairesparapente, se concluyó que la causa de la hernia de Cacho se debe a esfuerzos que, si bien él realiza gustoso, no siempre son bien recibidos por parte de los demás....


Mauro... una de sus primeras víctimas...Ale... otro que no pudo zafar... Y bue... qué decir!!!!??? Como se imaginarán... este año Papá Noel por casa, no pasó....Por eso Amigos....Uds. ya están advertidos... a cuidar la retaguardia y... en caso de descuido... relájense y gocen, no vaya a ser cosa que Cacho se vuelva a herniar!!!!!


Gracias a todos por haberse preocupado por la salud de Cacho!!!!!

Flor

No todo es vuelo en la vida del parapentista.

Después de mucho insistirle finalmente Walter nos escribió un poco contándonos su experiencia en el Volcán Lanín. Acá va su relato… Gracias Wal por compartir esto con nosotros!!

Cuando tomo la decisión de hacer algo, como ir a escalar el Lanín, lo hago con todas mis fuerzas y con el alma porque me gusta conectarme con la naturaleza.

Siempre fue así, más allá de llegar a la cima o no… pienso que lo importante, es lo que uno vive. Uno lo puede ver por Internet, ver fotos y demás pero cuando uno está al pie de ese volcán tan imponente y majestuoso la imaginación no llega a capturar lo difícil que puede llegar a ser el encarar esa montaña con un grupo de gente. Se empiezan a sentir sensaciones y la adrenalina empieza a correr… algo bastante similar a cuando estás en un despegue en la montaña por primera vez.

Fue una experiencia alucinante, a su vez muy agotadora… llevar el cuerpo al límite y, la mente también, que juega un papel fundamental e importante al ir caminado por terrenos muy rocosos de arena volcánica donde hay momentos que das un paso hacia arriba y tres para abajo… “Uffff -uno piensa- qué hago acá?". Encima de todo, hacía calor, -lo que nunca según los guías, algo que se daba pocas veces-. Si bien el día era hermoso para la escalada y para admirar el paisaje, te deshidratabas muy fácilmente y, con un equipo que pesaba más de 15 kg., se tornaba pesado por momentos.

Al llegar al refugio que estaba a 2200 mts. de altura, después de más de 9 hs. del inicio de la escalada, recién ahí pudimos descansar, tomar una buena merienda e hidratarnos mucho, -yo principalmente porque el día anterior había tenido fiebre por una angina- así todo, quería hacerlo, eran muchas las ganas que tenía y mucha preparación previa, lo cual recomiendo mucho, pero bue... yo soy tano y cabeza dura… igual, decidí seguir.

Al caer la noche, nos dispusimos a cenar y a charlar un poco sobre lo que venía. Atentos escuchamos a los guías, de por si muy expertos en el tema, que nos iban contando las dificultades y como encararíamos la cima. Fue una noche de terror para mí, creo que era la ansiedad y la incomodidad por donde estábamos… me comenzó a subir fiebre y, obviamente, más nervioso me ponía, por ende, no pude descansar ni dormir. Nos habíamos acostado a las 23 hs. y la segunda etapa comenzaba a las 2 de la madrugada.

Nos levantamos a la hora programada, hicimos una hora de escalada sobre rocas y nos pusimos los grampones para encarar la parte del glaciar o sea, una pared de 45 grados aprox. de pendiente de hielo. Linternas en los cascos, lo único que se escuchaban eran los pasos tratando de clavarse en el hielo y lo que podíamos apenas ver eran los pies del compañero de adelante. Ya se hacía notar el cansancio porque nadie hablaba.

Encaramos esa pared haciendo ´z´ por la gran pendiente y para hacerlo más tranqui pero, de todas maneras, era muy duro. Yo, ya deshidratado, me comenzó a faltar aire, llegué junto a mis compañeros hasta una altura de 3400 mts. (para la cima restaban 370 mts. más). Ahí tuve que tomar una decisión muy importante y fue no seguir porque hay que tener en cuenta que te tiene que quedar resto para bajar. Muchos no se daban cuenta de eso, si bien es un ascenso en equipo, tenés que tomar tus propias decisiones. Le comenté al guía sobre mi situación y lo comprendió y se sorprendió porque él no había decidido que yo no siguiera, al contrario me veía muy bien en el ascenso pero la verdad es que yo no daba más. El guía cumple una función muy importante y es él el que da la última palabra y se respeta a morir estés de acuerdo o no. De ahí nos dividimos en dos grupos… los que siguen y los que bajan.

Para ir redondeando sólo 4 de 16 llegaron a la cima, 2 de ellos eran guías y los 2 restantes punto de serlo.
Después de 20 hs. de descenso, creo que más duro que el ascenso, no me quedó un sabor amargo por no llegar a la cima sino, me dio la oportunidad de volver con más experiencia. El Lanín no es una montaña que escalás como primera vez, es recomendable escalar otras antes y estar muy bien preparado.

Les recomiendo a mis colegas pajarracos que no se olviden nunca de disfrutar de la experiencia de estar en contacto con la naturaleza… por lo menos a mi me llenó el alma y me dio mucha fortaleza y, la escalada, no es más que la vida misma… llena de piedras en el camino, obstáculos y decisiones que tomar… hay que encararla con respeto y siempre escuchar lo que la montaña te dice y te trasmite. Esto me dejó una gran enseñanza de vida… saber cuándo y cómo tomar decisiones importantes.